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Vol. 3. Núm. 1. Junio 2018. Páginas E5, 1-15

El Entrenamiento Psicológico-Integrado en Fútbol a través de Tareas de Entrenamiento

Integrated psychological training in football through training tasks

Treino integrado psicológico no futebol através de tarefas de treino

Juan Martín Tassi1, Santiago Rivera Matiz2 y Miguel Morilla Cabezas3

1Universidad de Extremadura, España. 2Centro Excelentia, España. 3Universidad Pablo de Olavide, España

Recibido a 22 de Febrero de 2018, Aceptado a 20 de Abril de 2018

Resumen

A pesar de la relevancia que tiene el componente psicológico en el entrenamiento deportivo, en la actualidad su integración específica dentro de las sesiones de trabajo es todavía limitada y alejada de la realidad del juego. No obstante, en las tareas con balón este resulta indispensable para que el futbolista aprenda a comprender el juego, es decir, a tomar decisiones correctas (competencia táctica) y a ejecutarlas adecuadamente (competencia técnica). Este artículo tiene como objetivo ofrecer orientaciones sobre cómo integrar la preparación de las habilidades psicológicas con el resto de las capacidades y aspectos del juego (táctica, técnica, condicionales) mediante tareas de entrenamiento. Para ello se tienen en consideración las situaciones integradas demandadas por la competición, en donde se acentúan los contenidos del componente psicológico que especialmente interese mejorar por medio de la regulación de la carga psicológica; y dicho cometido se llevará a cabo mediante el diseño de tareas o ejercicios con balón.

Abstract

Despite the relevance of the psychological component in sports training, its specific integration in work sessions is still limited and far from the reality of the game. However, in tasks with the ball it is essential for the player to learn to understand the game, that is, to make adequate decisions (tactical competence) and to execute them properly (technical competence). This article aims to offer guidance on how to integrate the preparation of psychological skills with all other skills and aspects of the game (tactical, technical, conditional) through training tasks. For this, the integrated situations demanded by the competition are taken into ac, and the contents of the psychological component that are especially interesting to improve are accentuated through regulation of the psychological burden. This task will be carried out through the design of tasks or exercises with the ball.

Resumo

Apesar da relevância da componente psicológica no treino desportivo, atualmente a sua integração específica nas sessões de trabalho ainda é limitada e distante da realidade do jogo. No entanto, em tarefas com a bola, é essencial que o jogador aprenda a entender o jogo, ou seja, a tomar decisões corretas (competência tática) e executá-las adequadamente (competência técnica). Este artigo tem como objetivo oferecer orientações sobre como integrar a preparação de competências psicológicas com as restantes competências e aspetos do jogo (táticos, técnicos, condicionais) através de tarefas de treino. Para tal, as situações integradas exigidas pela competição são levadas em conta, onde se destacam os conteúdos da componente psicológica que interesse especialmente melhorar através da regulação da carga psicológica; e esta tarefa será realizada através da conceção de tarefas ou exercícios com bola.

Palabras clave

Entrenamiento, método integrado, carga psicológica y fútbol

Keywords

Training, integrated method, psychological load and football

Palabras-chave

Treino, método integrado, carga psicológica e futebol

En el deporte actual la relevancia del componente psicológico en el entrenamiento deportivo es incuestionable. No obstante, su integración específica dentro de las sesiones de trabajo es todavía limitada y alejada de la realidad del juego (Morilla y Rivera, 2014); sin embargo, es allí, con la presencia del balón de fútbol, mediante tareas de trabajo, donde el jugador mejora las cualidades técnico-tácticas y donde debe entrenar el componente psicológico (Morilla, Rivera y Tassi, 2017). Este artículo tiene como objetivo ofrecer orientaciones sobre cómo integrar la preparación de las habilidades psicológicas con el resto de las capacidades y aspectos del juego (p. ej., táctica, técnica, condicionales) mediante tareas de entrenamiento, con mayor énfasis en las situaciones integradas demandadas por la competición, y acentuando los contenidos del componente psicológico que especialmente interese mejorar; y dicho cometido se llevará a cabo mediante el diseño de tareas o ejercicios con balón.

Para ello, es indispensable conocer aquellos factores que componen la esencia y lógica del deporte, donde el componente táctico, el modelo de juego y sus demandas son el primer paso para entrenar las variables que conforman el juego. A partir de su comprensión, es posible identificar las necesidades del jugador y los medios para enseñarle las habilidades que le permitan afrontar y resolver los distintos retos deportivos.

El fútbol como deporte cuenta con las siguientes características: 1) es sociomotriz, por lo que el jugador actúa en relación con otros jugadores y en presencia de incertidumbre por parte del medio, compañeros y oponentes (Parlebas, 1981); 2) se regula externamente, lo que implica tareas que requieren de resolución de problemas a partir de la situación de juego (Seirul?lo, 2003); 3) es situacional, donde predominan las habilidades motrices de tipo abierto con numerosas alternativas de solución (Seirul?lo, 2003); y 4) el espacio y tipo de participación, que en el fútbol es compartido por los jugadores de forma simultánea (Hernández-Moreno, 1994).

Dadas las anteriores características del deporte, así como las exigencias del fútbol actual según FIFA (2014) y UEFA (2016), tales como la (inteligencia, la versatilidad, la creatividad, o la fortaleza física, mental y emocional; surgen cinco características principales y específicas de fútbol (adaptado de Morilla y Rivera, 2014):

Componentes estructurales de juego

El fútbol está compuesto por distintas partes que forman una estructura compleja, las cuales han de comprenderse para poder adaptarlas a fin de diseñar las tareas de entrenamiento y acentuarlas en el componente psicológico:

Componentes del rendimiento

Los contenidos de la preparación del futbolista han de estar vinculados y globalizados para aplicarse a la práctica deportiva en entrenamientos y competiciones. De este modo se facilita la transferencia de los aprendizajes, abarcando los ámbitos que le acerquen a lo que se va encontrar en la situación real de partido (Morilla y Rivera, 2014). Entre estos, encontramos los siguientes:

Por otra parte, entre las distintas necesidades psicológicas y socioafectivas del futbolista, encontramos las siguientes: motivación, atención y concentración, control emocional, control de la activación, inteligencia, autoconfianza, cohesión grupal, liderazgo y comunicación (Beswick, 2012; Dosil, 2006; Morilla y Gómez, 2009; Morilla y Rivera, 2014; Olmedilla y Dominguez-Igual, 2016; Pulido et al., 2015; Roffé, 1999; Roffé y Rivera, 2014).

Componentes funcionales

Los componentes funcionales se constituyen de aquellos aspectos que definen las tareas que los futbolistas deben desempeñar en cada situación del juego, y de esta forma coordinar los esfuerzos individuales en beneficio del sistema y del equipo (Leo, García-Calvo, Sánchez, y De la Vega, 2011). Su funcionamiento está regido por los siguientes elementos (Casáis y Conde, 2008): las fases del juego, los principios de juego, los roles, acciones e intenciones tácticas.

Conductas deportivas transversales

Las conductas transversales específicas son aquellas que integran los componentes del rendimiento del fútbol (p. ej., psicológico, condicional/coordinativo, técnico y táctico). Por ejemplo, estar atento a los movimientos de los compañeros y rivales dentro del campo (p. ej., psicológico), la velocidad en el desplazamiento para poder llegar al balón (p. ej., condicional/coordinativo), su capacidad para controlarlo y pasarlo a un compañero (p. ej., técnico), y la interpretación y ejecución de los principios del juego (p. ej., táctico), confluyen en la representación de una situación de juego específica (Morilla et al., 2017). La posibilidad de poner en práctica cada uno de los componentes necesarios para su realización aumenta la probabilidad de alcanzar el objetivo en una tarea o situación de juego; y, por el contrario, no presentar alguna de estas conductas implica la ruptura en el encadenamiento de acciones y consecuente necesidad de reestructurar la interacción entre los jugadores.

Las conductas transversales específicas se presentan en situaciones reducidas/sectorizadas o globales de juego, se vinculan a la capacidad de combinar las variables y acciones que el fútbol demanda, y sus contenidos están asociados a los principios que establece el modelo de juego en concreto (Morilla et al., 2017).

Así, a partir de los aspectos de juego es posible determinar las aptitudes y actitudes que debe desarrollar el jugador para afrontar la competición. Por ejemplo, las conductas apropiadas de un equipo que quiere mantener la posesión del balón (p. ej., aspecto del juego específico en fase de ataque) requieren en cada componente del rendimiento que el jugador presente las capacidades indicadas en la Tabla 1.

Tabla 1

Objetivos asociados (conductas transversales específicas)

Procesos psicológicos implicados en el comportamiento motor

El fútbol actual es veloz, y la velocidad del juego está en la “cabeza” (UEFA, 2012), cuyo funcionamiento depende de la capacidad para interpretar y analizar las señales del juego (Mombaerts, 2000). En base al análisis que distintos autores han realizado sobre el mismo (Casáis et al., 2008; Mombaerts, 2000; Morilla et al., 2017; Vegas et al., 2012), entendemos que una de sus mayores dificultades radica en la cantidad de información externa que debe gestionar, en el poco tiempo del que dispone para hacerlo y en conseguir que su estado psicológico (p. ej., cognitivo y emocional) facilite ese análisis y su consecuente adaptación en búsqueda de la mejor solución motriz. En un entorno dinámico e incierto esta es una necesidad permanente.

Así, el resultado de dicho proceso se observa en el comportamiento motor, pero el mismo consiste en un proceso que cuenta con dos aspectos funcionales (Oña, Martínez, Moreno y Ruiz, 1999): 1) uno se encarga de recibir y organizar la información para preparar la respuesta (p. ej., cognitivo); y 2) otro de contenido energético que se refiere a la carga psico-biológica necesaria para llevarlo a cabo (p. ej., la activación).

En el futbolista, entendemos que el comportamiento motor se debe comprender de forma integral y seguir varias fases, las cuales se explican en la Tabla 2.

Tabla 2

Fases del comportamiento motor del futbolista (En Morilla y Rivera, 2014, adaptado de Fradua, 1997; y Malho, 1969)

Habilidades psicológicas que necesita entrenar el futbolista

A partir del análisis del juego podemos definir las demandas psicológicas implicadas en el rendimiento del futbolista, las cuales se pueden aprender y por tanto incluir como contenidos de su preparación a fin de potenciar el proceso de aprendizaje y, consecuentemente, la eficacia táctica (Morilla et al., 2017). En la Tabla 3 se indica la habilidad concreta que se desprende de cada característica del fútbol.

Tabla 3

Características del fútbol, necesidades psicológicas y habilidades a entrenar (adaptado de Morilla y Rivera, 2014)

La carga psicológica en el futbol

No cabe duda que el fútbol es un deporte complejo en lo psicológico: en el aspecto mental, requiere del rápido procesamiento cognitivo de muchos estímulos para tomar decisiones correctas en un ambiente dinámico; y en lo emocional, ese ambiente cambia constantemente y exige de una permanente adaptación a la incertidumbre (p. ej., miedo a no tener el control sobre el resultado) y sus consecuentes reacciones. Así, cada situación de juego pone a prueba la habilidad para sincronizar los recursos cognitivos y emocionales, poniéndolos al servicio del comportamiento técnico-táctico (Morilla et al., 2017).

Por lo tanto, la dificultad psicológica que enfrenta el futbolista en cada situación de juego viene determinada por su carga psicológica. Habitualmente se hace referencia a la misma como carga mental, pero Morilla et al. (2017) les resulta más apropiado hablar de la primera. El motivo es el siguiente: a partir de una comprensión de las personas desde una perspectiva integral u holística, no sólo se trabaja con su dimensión mental, la cual hace referencia al ámbito cognitivo del ser humano. Cárdenas, Conde-González y Perales (2015) sugieren que cuando se hable de carga mental también se puede hablar de carga emocional. Por lo tanto, entendemos que lo psicológico está compuesto por: 1) lo cognitivo (p. ej., prestar atención, procesar información o tomar decisiones); y 2) lo emocional (p. ej., gestionar el miedo, la ira o la alegría).

De esta forma Morilla et al. (2017) adaptan la definición de carga mental de DiDoménico y Nussabaum (2008) y formulan una más integradora la cual entiende que la carga psicológica se define como el coste de recursos cognitivos y emocionales que le supone al deportista para conseguir un nivel de rendimiento determinado en una tarea con demandas específicas internas o externas; y en concreto para un futbolista, define la cantidad de recursos psicológicos que debe utilizar para adaptarse y resolver una situación de juego en un entorno determinado. La misma contempla los siguientes conceptos clave:

Una tarea más compleja supone una mayor carga psicológica, y una más simple, una menor, y en este sentido al hablar de complejidad en la metodología del entrenamiento psicológico-integrado, cobra importancia el concepto de incertidumbre (Morilla et al., 2017). Esta es una característica intrínseca del fútbol y de los deportes abiertos o condicionados por la situación. Por todo esto los jugadores toman decisiones en función de lo que hacen sus compañeros y oponentes, y están a expensas del comportamiento de otras personas. El cambio permanente y la inestabilidad es propio de la dinámica generada cuando los deportistas interactúan en un sistema (p. ej., equipo), con otros sistemas (p. ej., equipo oponente) y con el resto de los componentes de un sistema mayor (p. ej., partido de fútbol). Todos ellos crean un entorno incierto y complejo.

Es entonces cuando se hace necesario entrenar para potenciar el aprendizaje de habilidades psicológicas y el desarrollo de los recursos motores, cognitivos y emocionales; todos los cuales ayudan a solucionar las situaciones-problema de juego y consecuentemente, a reducir la incertidumbre facilitando la anticipación. De acuerdo con Cárdenas et al. (2015), cuanta más incertidumbre contenga una tarea, mayor será la cantidad de recursos que requiera, mayor carga de memoria de trabajo, más control atencional, más implicación de los procesos inhibitorios necesitará, y más demandas emocionales impondrá; es decir, mayor será el peso de la carga psicológica y mayor será el esfuerzo.

De esta forma, dicho peso debe gestionarse siguiendo una lógica que favorezca el proceso de aprendizaje y la capacidad de adaptación del futbolista (Morilla et al., 2017). Para ello, el grado de incertidumbre que genera una tarea debe estar en un rango que supere por poco la capacidad del individuo para afrontarla (Cárdenas, Conde-González y Perales, 2017). De lo contrario, se corre el riesgo de que el proceso de adaptación pueda fracasar y resultar en síndromes como el burnout o el sobreentrenamiento (Cárdenas et al., 2015). Dicho aspecto debe tener en cuenta para el diseño de tareas y la progresión metodológica de su complejidad.

La carga cognitiva en el fútbol

Los procesos y recursos cognitivos que demanda el fútbol vienen dados por la participación simultánea de compañeros y adversarios en el mismo terreno de juego, lo cual hace, como se ha mencionado antes, que las maniobras de los jugadores en este espacio sociomotor posean gran complejidad (Ardá y Casal, 2003). Ante esta situación abierta y de adaptación permanente, para el jugador resulta indispensable su capacidad de análisis y decisión frente a la variedad de soluciones, y por supuesto disponer de los recursos técnicos para una correcta ejecución (Mombaerts, 2000).

El proceso mediante el cual se interpreta tácticamente una situación de juego (p. ej., prestar atención o tomar decisiones) requiere de esfuerzo, y ese esfuerzo viene dado por la carga cognitiva presente en la tarea. Esta exige una determinada cantidad de recursos para poderse resolver, todos los cuáles afecta dicho proceso de decisión. Por consiguiente, soportar la carga permite que la acción individual siga la lógica de un modelo de juego y ayude a los futbolistas a coordinar sus esfuerzos en la consecución de un objetivo común (Morilla et al., 2017).

En este sentido la dificultad radica en la cantidad de información y del nivel de procesamiento no automático que demanda esta información sobre el sistema cognitivo (Cárdenas et al., 2017). Cuando la situación se desconoce, la búsqueda de una respuesta se vuelve más lenta porque se percibe con mayor incertidumbre, esto aumenta la presión y puede bloquear el sistema de representación mental que contiene la información motora, paralizando el enlace perceptivo-cognitivo-motor y volviéndolo menos funcional (Tenenbaum y Gershgoren, 2014). Por esto el deportista inexperto necesita de un mayor esfuerzo mental para soportar la misma carga cognitiva que uno experto para adaptarse a la incertidumbre propia del fútbol.

La carga emocional en el fútbol

El procesamiento de información en cualquier situación de juego está condicionado por las emociones que experimenta el jugador, pues estas constituyen influencias que afectan la tarea provocando interferencias, o bien facilitándola o modulando los recursos disponibles (Cárdenas et al., 2015).

La competición es intrínseca al deporte y puede resultar muy estresante cuando el riesgo de fracasar es percibido como algo que resta beneficios personales, sociales, o económicos. Es por esto que en las etapas formativas la cooperación resulta más educativa que la mera competición donde el niño carece de recursos para afrontar tanta presión. Por otra parte, cuando el deporte es el trabajo de un adulto, para los jugadores profesionales cada partido está sobrecargado de estrés emocional y social (Tenenbaum y Gershgoren, 2014), el cual forma parte del juego y ha de aprender a gestionarse.

El peso que debe cargar emocionalmente un jugador es lo mismo que la carga emocional. En la iniciación esta mochila debe ser muy liviana, y progresivamente, la misma, se ha de volver más pesada, y por tanto las tareas exigirán mayores recursos (p. ej., inteligencia emocional); y esas condicionan la capacidad de aprendizaje y el desempeño deportivo (Morilla et al., 2017).

Cuando aumenta la complejidad de la tarea, aumenta la incertidumbre; cuando la incertidumbre se incrementa, la tarea exigirá más demandas emocionales (Cárdenas et al., 2015). Como vemos, el entrenamiento psicológico-integrado requiere, además de la estimulación cognitiva (p. ej., directrices tácticas) del futbolista, más demanda del componente volitivo y emocional. Por ejemplo, una situación con demasiada dificultad puede resultar muy estresante y terminar desmotivando al jugador al percibir que un eventual fracaso amenaza excesivamente su autoestima; o si la encuentra muy simple y fácil de realizar ésta será poco tentadora como para esforzarse por realizarla. En relación a la atención y concentración, estas también se ven afectadas por la carga emocional, estrechando el foco atencional a uno centrado en la situación amenazante, y dificultando la alternancia a uno amplio que permita encontrar otras soluciones dentro de la situación juego (Morilla et al., 2017).

La incertidumbre aumenta el nivel de estrés y puede disminuir la autoconfianza, pues decrece la certeza del deportista de contar con las capacidades para llevar a cabo una tarea. Por lo tanto, es responsabilidad del entrenador crear un ambiente de práctica que busque estados emocionales favorecedores del aprendizaje y rendimiento, es decir, aquellos que se perciban como positivos; y en su justa medida, el nivel de estrés manipulando las tareas y el tipo de feedback. En relación a este último, las consecuencias de la propia conducta durante el entrenamiento pueden utilizarse como factor generador de emociones positivas y negativas (Cárdenas et al., 2015). Por otro lado y en esa línea, una situación previa de competición (p.ej., acondicionamiento pre-competitivo) podrá favorecer este tipo de ambientes a través de situaciones de superioridad numérica, en donde la fluidez y dinámica de la tarea favorezcan, por ejemplo, los estados de autoconfianza (y autoeficacia colectiva) antes de los partidos (Morilla et al., 2017). Ver Figura 1.

Figura 1

Factores que configuran la carga psicológica (En Morilla et al., 2017; adaptado de De Arquer, 1999; y Cárdenas et al., 2015).

Como se observa, la carga psicológica está configurada por aspectos que se han de gestionar si también se quiere prevenir la fatiga mental y sus consecuencias en los jugadores. Esta se deriva de la actividad de naturaleza táctica, propia de los deportes de interacción motriz como el fútbol, en los que el deportista invierte un esfuerzo cognitivo para la toma de decisiones y otro conducente a la autorregulación emocional; lo cual pueden disminuir o agotar los recursos de un individuo para hacer frente a tareas que impliquen un esfuerzo de autocontrol, ya sea de la atención, cognitivo o emocional (Cárdenas et al., 2017). Por lo tanto, el entrenador ha de regular la carga psicológica para establecer las condiciones que favorezcan el aprendizaje y adaptación del futbolista a las tareas de entrenamiento y así prevenir que se fatigue mentalmente.

Metodología del entrenamiento psicológico-integrado en el futbol

Este artículo presenta una introducción al aprendizaje de las habilidades psicológicas integradas en la práctica del fútbol por medio de las tareas de entrenamiento, y cuya metodología debe adecuarse a la forma en que se entrena en este deporte.

Metodología del entrenamiento en el futbol

Los dos métodos predominantes en la enseñanza y entrenamiento del fútbol han sido el método analítico y el integrado-global (Pascual, Alzamora, Martínez y Pérez, 2015), los cuáles cuentan con las siguientes características:

Por su parte, los modelos de planificación en el futbol se basan generalmente en una metodología integrada-global, cuyos exponentes, según Acero, Seirul?lo, Lago y Lalin (2013) son: 1) el microciclo estructurado, en el que la propuesta teórica consiste en el desarrollo de situaciones similares a la competición como medio para la optimización de las diferentes estructuras asociadas al juego (Seirul?lo, 2003); y 2) la periodización táctica, la cual propone una planificación sistémica que busca desarrollar el modelo de juego de un equipo apoyándose en principios, es decir, en comportamientos generales del juego, organizados de forma jerarquizada y congruente entre sí, que el entrenador ha creado y definido (Arjol, 2012). Tanto el microciclo estructurado como la periodización táctica se fundamentan en una planificación semanal (p. ej., microciclo), donde los objetivos se relacionan con una planificación anual, por lo general del futbol de formación; o entre competiciones, en el alto rendimiento (Arjol, 2012).

Aplicaciones prácticas

A partir de las propuestas metodológicas tradicionales de entrenamiento en fútbol, se propone un abordaje un poco más integrador para aplicar el entrenamiento psicológico-integrado. El mismo se puede adaptar a la reproducción en los entrenamientos de situaciones vividas en la competición, teniendo en cuenta los condicionantes psicológicos especialmente en el comportamiento táctico; a partir de la búsqueda de objetivos asociados al modelo de juego, manipulando los parámetros estructurales y psicológicos.

A continuación se describen los dos métodos propuestos para utilizar en el diseño de tareas y ejercicios psicológicos integrados (Morilla, et al., 2017):

Orientaciones pedagógicas para el diseño de ejercicios integrados acentuados

A partir de la revisión de Morilla y Rivera (2014) y de las propuestas de varios autores (Cásais, Dominguez y Lago, 2008; Ardá y Casal, 2003; Fradua, 1997; Mombaerts, 2000; Morilla y Pérez, 2004), se recomienda tener en consideración los siguientes principios pedagógicos en el diseño de ejercicios y tareas para el entrenamiento psicológico dentro de la metodología integrada acentuada. Ver Tabla 4.

Tabla 4

Orientaciones pedagógicas para el diseño de ejercicios integrados acentuados

Tareas y contextos de juego: la progresión metodológica desde las situaciones analíticas hasta la competición

Todo diseño de tarea contemplará los condicionantes propios (p. ej., estilo de juego del equipo, fase de juego, metodología de trabajo, etc.), y determinarán la idoneidad o no de su perfil. Cualquier tarea requiere tanto la contextualización específica (p. ej., nivel de los jugadores, carga de trabajo, circunstancias ambientales, etc.) como la adecuación al momento en que la encuadremos (p. ej., momento de la sesión de trabajo, momento de la temporada, etc.). Los siguientes son ejemplos de tareas en función de dichos aspectos (Morilla, et al., 2017).

Tareas analíticas generales. Las tareas analíticas buscan mejorar alguno de los elementos necesarios en el juego y suelen llevarse a cabo al inicio de la sesión (p.ej., pase, velocidad de reacción, atención en ejercicios con disonancia cognitiva, apoyo social, etc.). Por lo tanto, estos ejercicios buscan poner en marcha los procesos psicológicos que facilitarán la adaptación a las tareas, especialmente el aumento del nivel de activación necesario para orientar la atención hacia los objetivos de las tareas (ver Apéndice A).

Tareas analíticas integradas. Estas tareas permiten entrenar los cuatro componentes del rendimiento con un mayor énfasis, según hemos explicado, en las situaciones con un número de jugadores reducido, así como trabajar las conductas individuales con interacciones simples, como rondos de 4 jugadores con dos defendiendo.

Dado que ofrecen la posibilidad de repetir o incidir sobre una cantidad reducida de contenidos, suponen un escalón en la progresión para mejorar una conducta transversal asociada a una situación específica de juego. Esto se lleva a cabo estableciendo dinámicas lo más cercanas posibles a los patrones psicomotrices y sociomotrices que ocurren en espacios reducidos (ver Apéndice B).

Tareas integradas globales. Según hemos visto, en estas tareas se incide sobre las conductas individuales dentro de un contexto colectivo más complejo, dada la ampliación del espacio y número de jugadores; donde se incorporan en una sola dos o más situaciones sectorizadas o reducidas, encadenando en el mismo ejercicio varias fases (p.ej., grupos de 1x1+1 se unen para formar un 2x2+2, 3x3+3, 5x5+3, etc.).

La progresión hacia situaciones de juego globales, viene dada por la aproximación de los componentes estructurales del juego tal como se presentan en la competición, y en este caso, con mayor atención en cómo los parámetros psicológicos y su consecuente carga mental y emocional condicionan el comportamiento motor (ver Apéndice C).

Competición. Las conductas transversales específicas se deberán transferir paulatinamente a las competiciones como consecuencia del proceso de enseñanza-aprendizaje (Morilla, et al., 2017); y las situaciones de competición deben tomar en cuenta la búsqueda de objetivos planteados en la continuidad del trabajo junto a los factores que interactúan en cada momento de la temporada (i.e. nivel del equipo, momento de los jugadores, condiciones de entrenamiento, etc.).

Gestión de parámetros que regulen la carga cognitiva y emocional

La metodología expuesta sugiere que las tareas de entrenamiento se acerquen a situaciones de juego similares a la competición, y para ello han de incluir los aspectos estructurales propios del fútbol (p. ej., jugadores, espacio, balón, reglas, etc.) para acentuar o incidir en el trabajo sobre aquellos aspectos del juego que más interese mejorar en cada sesión.

Tabla 5

Nivel de carga psicológica y su relación con los elementos del juego

El artículo se enfoca en la acentuación del componente psicológico (p. ej., motivación, atención y concentración, control de la activación, autoconfianza, y cohesión grupal), cuya dificultad está condicionada por la gestión de la carga cognitiva y emocional. En la Tabla 5 se observa cómo se comportan los elementos estructurales del juego en relación a la complejidad del componente psicológico (Morilla, et al., 2017).

A partir de los elementos o componentes del juego y la utilización de estrategias que favorezcan la variabilidad de situaciones psicológicas especificas, será posible modificar los niveles de incertidumbre. Esto facilita la activación y niveles de concentración, atención y motivación necesarios para las tareas y competición variando las siguientes condiciones (Morilla et al., 2017): 1) la ejecución de los encadenamientos; 2) el inicio (p. ej., forma de comenzar, situación de jugadores); 3) la oposición (p. ej., igualdad, superioridad numérica ofensiva o defensiva); y 4) la velocidad de la ejecución (p. ej., limitación de toques o intensidad).

Las características principales de las tareas analíticas integradas respecto a los elementos o componentes estructurales del juego se asocian a los siguientes aspectos:

Por su parte, las características principales de las tareas integradas globales respecto a los elementos/componentes estructurales del juego serían las siguientes:

Discusión

El artículo aborda los aspectos fundamentales a tener en cuenta en el diseño de tareas de entrenamiento donde los contenidos psicológicos se pueden integrar con los demás componentes del rendimiento, así como acentuarlos según lo requiera el entrenador. Se considera que la metodología propuesta resulta apropiada para acercar la preparación de los jugadores a las demandas reales del fútbol, en cuanto optimiza la transferencia del aprendizaje a la competición; proceso que favorece la motivación al trabajo en el deportista al encontrar las tareas más estimulantes.

De igual manera, dicha propuesta de entrenamiento psicológico-integrado no sólo ofrece recursos metodológicos a los entrenadores, sino también a: 1) los psicólogos en cuanto les ayuda a comprender mejor el deporte y “hablar el mismo idioma” que los demás técnicos, y con ello poder asesorarles en el trabajo de campo; y 2) los preparadores físicos, a quienes ofrece recursos similares que a los entrenadores pero en las parcelas como el trabajo condicional, coordinativo y activador con presencia del balón.

Referencias

Juan Martín Tassi, es preparador físico. Club Estudiantes de La Plata, Argentina; Santiago Rivera Matiz, es psicólogo. Director del Centro Excelentia; Miguel Morilla Cabezas, es psicólogo. Profesor Universidad Pablo de Olavide, España.


La correspondencia sobre este artículo debe enviarse al email: Santiago@centroexcelentia.com

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